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Los vampiros han existido, existen y existirán... mientras la humanidad exista.Ocultos en la noche y protegidos por el miedo humano a su propia existencia, han sobrevivido entre nosotros, generación tras generación... Aunque a veces puede parecer que fue Bram Stoker, con Drácula, el creador del vampirismo y del mito del vampiro, los orígenes de esta criatura se remontan a tiempos inmemoriales...

Origen e Historia[]

Un vampiro es un muerto viviente dotado de una enorme fuerza y poder, que mantiene su inmortalidad bebiendo la sangre de seres vivos.

Esta leyenda de vampiros es de 125 A.C. originalmente estaba escrita en griego.
Las leyendas de vampiros se originaron de este a oeste en compañía de las caravanas a lo largo de la ruta de la seda por el Mediterráneo.
De allí se extendieron a Asia y luego a las tierras Eslavas y los Carpatos.
Los mitos estaban originalmente más estrechamente asociados con Irán, entonces emigraron alrededor del siglo VIII, a donde están ahora. Casi en cuanto llegaron, el proceso de cristianización empezó y las leyendas de vampiros sobrevivieron como mitos.
Más tarde los Gitanos emigraron desde norte hacia el oeste de la India (donde tienen varios mitos de vampiros ), ya allí sus mitos se mezclaron con los del pueblo Eslavo.
Los Gitanos llegaron a Transilvania brevemente antes de que Vlad Dracula naciera en 1431.
El vampiro aquí era el fantasma de una persona muerta, que en la mayoría de casos habían sido una bruja, mago etc.
Se tiene miedo a los vampiros, porque ellos matan personas pero al mismo tiempo se parecen a ellas. Pero hay ciertas cosas que los diferencian de un ser vivo, no puede proyectar ningún tipo de sombra ni se puede reflejar en ningún espejo. Además los vampiros pueden cambiar de forma, como por ejemplo la de un murciélago y eso lo hace sumamente difícil de capturar.
Al empezar un nuevo día los vampiros tienen que dormir en sus ataúdes por que los rayos del sol los matarían, pero por la noche despiertan sedientos de sangre.
La forma más común de nutrirse es volando por una ventana, en forma de murciélago y entonces morder a la víctima en el cuello y succionarle toda la sangre.
Los vampiros no pueden entrar a una casa sin ser invitados, pero en cuanto tienen el permiso, pueden entrar tan a menudo como ellos quieran.
El vampiro no es peligroso solo porque mata a las personas sino porque sus víctimas después de muertas se convierten en vampiros.
El lado mas fuerte de los vampiros es que son casi inmortales, sólo algunos ritos muy especiales poden matarlos tal como: poner una estaca en su corazón, cortar su cabeza o quemar su cuerpo.

Los vampiros o, como les gusta autodenominarse, los vástagos, existen desde los tiempos más antiguos que recuerda el hombre. Sobre su origen hay dos teorías principales:

Historias y teorias[]

La primera señala a Lilith, Reina de la Noche, Madre de los Demonios y primera mujer de Adán, como la auténtica y primigenia vampiresa. Creada por Dios a la vez que Adán, resultó tener un alma demasiado oscura y retorcida. No engendró más que espíritus del mal, por lo que fue apodada “Monstruo de la Noche”. Eran famosos sus festines de sangre noche tras noche e, incluso, se dice que seducía a hombres mientras dormían para conseguir aumentar su diabólica descendencia, conocida como súcubos.

La segunda teoría señala a Caín como el vampiro original, de ahí que los vampiros también sean conocidos como “cainitas”. Cuando Caín mató a su hermano Abel fue desterrado a las tierras de Nod y allí fue condenado a vagar llevando consigo una maldición. Temería al sol de por vida y sentiría una sed insaciable de sangre. En su exilio coincidió con Lilith, que le enseñó a canalizar el poder de la sangre para aumentar su fuerza como vampiro.

Aunque la historia de los vampiros se remonta milenios atrás, su máximo apogeo se produjo entre los siglos XV y XVI en Europa, principalmente en Rumanía y Hungría. De hecho, Transilvania, región central de Rumanía, es conocida por ser la cuna de los vampiros y donde pasó gran parte de su vida el más famoso de todos ellos; el conde Vlad Drakul, más conocido como conde Drácula o, también, como “el Empalador”, apodo que ganó debido al gran placer que sentía comiendo ante los cuerpos empalados de sus enemigos. Vlad Drakul fue uno de los más crueles vampiros de la historia y extendió su mal por Alemania y, más tarde, al resto de Europa.

Vampiros y murciélagos

Los vampiros se han relacionado desde siempre con la figura del murciélago. Esta asociación también puede tener su origen en las zonas transilvanas, donde los murciélagos mordían a seres vivos para succionar su sangre. Se piensa que transmitían la rabia y por eso los humanos infectados comenzaban también a succionar y a transmitir la enfermedad al resto de seres vivos.

Otra leyenda habla de un tipo especial de vampiro-murciélago llamado azemán, muy frecuente en Sudamérica, que tiene la forma de una mujer durante el día y por la noche se transforma en un murciélago. Cada noche sale de caza en busca de nuevas víctimas para arrancarles un dedo del pie. Cuando la sangre brota, el vampiro bebe hasta quedar saciado y, al llegar el día, vuelve lleno de vida a su forma de mujer.

Lo cierto es que algunos vampiros son capaces de transformarse en murciélagos de forma natural, como lo hace un licántropo. Esta forma les permite escapar rápidamente de un enemigo o, incluso, entrar en las casas de mortales sin su consentimiento, cosa que no pueden hacer cuando están en su forma de vampiro, al no ser que reciban una invitación formal.

Detectar a un vampiro[]

Existen signos inequívocos para saber que estamos ante un vampiro. A los días de fallecer el sospechoso se abre la tumba y se examina el cuerpo. El cadáver de un vampiro no se descompone, y, a pesar de su palidez y rostro ojeroso, sobre todo si no se ha alimentado recientemente, presenta un aspecto casi saludable que persiste por más que pasen los días.

Los nuevos vampiros siempre vuelven a su tumba durante el día, pero con los años pueden descansar en casas y mansiones que habilitan para este fin y donde ubican sus ataúdes.

El beso del vampiro[]

La forma de generar un nuevo vampiro no es muy complicada si se tiene el suficiente autocontrol. Solamente un vampiro puede crear a otro mediante “el beso del vampiro”; cuando una víctima se encuentra ante un vástago es muy fácil que quede hipnotizada y seducida por éste, entonces el vampiro busca la arteria carótida de su víctima (los vampiros prefieren la sangre limpia), a la que accede fácilmente desde el lateral del cuello, y clava sus colmillos con una gran precisión. De este modo puede beber de la víctima todas las veces que necesite sin que se desangre excesivamente. Este proceso puede durar varios días o algunos minutos, dependiendo del beso, pero suele concluir de la misma forma; la víctima muere de debilidad. Una vez que ya no queda sangre del mortal, justo en su último hálito de vida, el vampiro creador llena con su propia sangre el cuerpo de la víctima. Una sola gota de sangre vampírica sobre la boca del fallecido es suficiente para que despierte la Sed y comience a beber. Pasados unos días o, puede que incluso unas pocas horas, el muerto despierta en su tumba como un nuevo vástago.

No todos los “besos de vampiro” acaban con un nuevo vástago. Si el mortal no es desangrado y no muere, pero ha bebido la sangre de un vampiro, sigue viviendo normalmente aunque adquiere una nueva fuerza y vitalidad. Le afecta menos el paso del tiempo y su aspecto es de lo más saludable, pero se crea una dependencia con el vampiro de manera que podríamos decir que pasa a ser su “esclavo”, creando también un vínculo sexual, y haciendo todo lo que el vampiro le pida por un poco más de su sangre.

Nueva “vida” para el vampiro[]

El nuevo vampiro conserva el mismo aspecto que tenía cuando estaba vivo, aunque los más observadores notarán una mirada distinta, más primaria, cruel y salvaje. La mirada de un depredador cuyos sentidos son ahora más agudos. Su cuerpo no proyecta sombra alguna y desaparece su reflejo en el espejo. También empiezan a destacar sus alargados incisivos, normalmente contraídos hasta el momento de la caza, las orejas ligeramente más puntiagudas, el mal aliento y, en algunos casos, el vello abundante en las palmas de las manos.

Al cuerpo del neonato llega, también, la muerte de los órganos. El corazón no late, los pulmones no respiran y el estómago tampoco hace la digestión. De ahí que el único alimento que necesita un vampiro sea la sangre de un ser vivo, y la necesita, precisamente, para impedir que continúe el proceso de putrefacción de su cuerpo mortal. Esta sangre no pasa ya por venas ni arterias, si no que se distribuye homogéneamente por el interior del cuerpo mediante ósmosis. La sangre pasa a ser el único fluido presente en el cuerpo del vampiro, y por esto lloran oscuras lágrimas de sangre. Es algo paradójico que se diga de los vampiros que son inmortales, porque realmente lo son mientras encuentren sangre que permita que no se descomponga su cuerpo. Un vampiro también tiene sus propias luchas internas. Siente una obsesión, por no decir adicción, a la sangre. El Hambre del vampiro nunca descansa y lo lleva a estar siempre al límite, en eterno conflicto sobre alimentarse o dejarse llevar totalmente para saciar la Sed. Es duro convivir con la Bestia dentro que, constantemente, lucha para ser liberada y cometer los crímenes más atroces. Sólo los vampiros con gran autocontrol muestran esa poca humanidad que, a veces, parecen tener.

Cómo acabar con un vampiro y otros mitos[]

Se piensa, erróneamente, que para matar a un vampiro basta con clavar una estaca de madera en su corazón. Este acto es necesario pero no suficiente, ya que clavando la estaca podemos dejarlo bloqueado temporalmente pero, para que realmente muera, es necesario quemarlo después en una hoguera o exponer su cuerpo al sol durante varios días. Las balas, cuchillos y demás armas sólo causan heridas que sanan con asombrosa facilidad en el cuerpo de un vampiro. Hay otras teorías sobre cómo dar muerte a un vampiro como, por ejemplo, abrir su ataúd durante el día, clavar una estaca en el corazón y enterrarlo en una tumba cavada en un cruce de caminos, pero esta estrategia no siempre tiene el éxito deseado.

Hay otros símbolos y objetos que también son usados para herir o ahuyentar a los vampiros como, los crucifijos, el agua bendita y el ajo. Nada de esto daña realmente a un vampiro, como mucho lo distrae temporalmente. El sol los debilita y los quema, pero no tan rápido como se pudiera pensar, aunque quedan muy desorientados y se vuelven mucho más lentos, perdiendo su celeridad habitual (esa gran velocidad que hace parezcan un torbellino cuando se mueven). Sólo los vampiros poderosos aguantan varios días al sol.

También existen algunos mitos que son, simplemente, falsos, como que los vampiros no pueden cruzar aguas en movimiento. Si esto fuera cierto, no se habrían extendido por todo el mundo, aunque hay leyendas que explican que sí pueden hacerlo portando tierra de su tumba en el ataúd.

El vampiro en sociedad[]

La sociedad vampírica, lejos de lo que pueda parecer, está perfectamente estructurada y se rige según las normas impuestas por los vampiros más antiguos. Se organizan en clanes, al frente de los cuales suele haber un príncipe. Este príncipe se encarga de mantener el orden en su zona geográfica. Por encima de los príncipes está el Consejo, una agrupación de los vampiros de las primeras generaciones que se encarga de mantener cierta paz entre clanes.

Los que apoyan la teoría de Caín como primer vampiro tienen definidas las generaciones de vampiros existentes en función del nacimiento del primer vampiro. Es decir, Caín, sería el primer y único miembro de la generación primera, y su descendencia directa formaría la segunda generación, así como la descendencia de ésta formaría la tercera, etc. Se calcula que, en la época actual, los vampiros recién nacidos forman parte de la 13ª generación.

Sobra decir que el poder de un vampiro es mayor cuanto más viejo es, no sólo por el control y aprendizaje que acumula durante los años, si no porque los más viejos pertenecen a las primeras generaciones y tienen la sangre más pura, siendo su poder inmensamente mayor que el de un vampiro de generaciones posteriores.

Teniendo esto en mente, los vampiros están clasificados así:

Neonato: Vampiro recién creado y presentado al príncipe del clan al que pertenece. Existen algunos vampiros recientes que no pertenecen a ningún clan en concreto. Éstos se denominan Caitiff.

Ancilla: Son vástagos jóvenes pero prometedores por su disciplina y control de su poder. Son preparados para ocupar el puesto de Antiguos con los años.

Antiguos : Son los vástagos que están al poder de la sociedad vampírica. Tienen entre 200 y 1200 años. Se encargan de que se cumplan las normas.

Matusalén: Esta posición la ocupan vampiros cuya edad alcanza los 1200 años. Se produce un cambio realmente palpable. Pasan a parecer menos humanos, más ancianos y físicamente están más delgados. La Bestia en ellos ha tomado el control y no tienen prácticamente humanidad. Son enormemente fuertes y fieros.

Antediluvianos: Los más antiguos y se piensa que sólo existen en Europa. Son la descendencia directa de Caín y llegan hasta la tercera generación. Son tan fuertes, sabios y poderosos que su simple mención genera auténtico terror entre sus vástagos. Afortunadamente, son realmente raros y escasos.

La supremacía del cazador[]

Según crece y cumple años, el vampiro aprende a desarrollar la fuerza y aumentar los poderes. Algunos de los primeros atributos que adquiere son el carisma y un gran magnetismo sexual, pero son tan sutiles que un mortal no se da ni cuenta, aunque sienta el deseo de acercarse al vampiro. Si unimos estos rasgos a su capacidad de manipulación comprenderemos que un vampiro es capaz de deshacerse de su víctima sin apenas usar la violencia. Pueden usar la hipnosis y conseguir que el mortal pierda su voluntad con sólo una mirada.

Tienen también otros talentos que no dudan en usar cuando una víctima les planta cara. Son muy fuertes y atléticos, poseen una gran celeridad en sus movimientos y son realmente astutos. Siempre mantienen un estado de alerta, incluso cuando descansan, por lo que es casi imposible encontrarlos desprevenidos.

Otra cualidad que les es muy útil para la supervivencia es su sigilo. Un vampiro puede aparecer en un lugar rápidamente y, pese a eso, pasar desapercibido. De hecho, puede estar horas camuflado en la oscuridad sin que ningún otro ser lo perciba gracias a su poder de ofuscación.

Algunos vampiros son capaces de aumentar sus poderes mentales hasta el punto de comunicarse mediante telepatía. Consiguen, además, inspirar temor, causar inmovilidad e, incluso, introducir una idea en la mente de su víctima sin que ésta se percate. Estos vampiros también son capaces de desvanecerse y hacerse invisibles.

Los escasos vampiros matusalén y antediluvianos poseen, además, otros recursos realmente demoledores, como la capacidad de transformarse en cualquier monstruo o animal que deseen, o la llamada “máscara de las mil caras”, que consiste en hacer creer que eres otra persona o cosa sin necesidad de cambiar de aspecto. En este caso, quien mire al vampiro no le vería, sino que vería la imagen que el vampiro pretende mostrar.

Los vampiros y la paz[]

Durante el periodo de la Inquisición se consiguió mermar considerablemente el número de vampiros en Europa. Éstos, viendo la supervivencia de su especie más que amenazada, decidieron ocultarse y pasar desapercibidos, como cualquier otro mortal. Llegó el momento de la Mascarada, en el que los vampiros sólo mostraban su auténtico aspecto cuando estaban de caza, pero siempre evitando que nadie, excepto su víctima, los descubriese.

De este modo, han conseguido convivir también con los hombres lobo, de quienes son auténticos enemigos y por los que sienten un verdadero desprecio. Aunque  cuando un vampiro está cerca de un hombre lobo y viceversa, se huelen, se presienten y se descubren.

La descripción de estas criaturas varía según el folclore de cada región. Además la mayoría de atributos de un vampiro según la cultura contemporánea provienen de la literatura, sobre todo de la novela Drácula y las películas basadas en ella, así como de los cómics y videojuegos, a veces contradiciendo la naturaleza primordial del vampiro tradicional original. Por eso, de las siguientes características, solo algunas son las esenciales o comunes en el folclore general o como parte de las creencias de ciertas regiones; otras son inventadas por los novelistas y libretistas de cine o diseñadores de videojuegos.

Fueron humanos, pero ahora están en un estado intermedio entre la vida y la muerte, de ahí que se les llame no-muertos, revinientes o redivivos. Esta naturaleza determina su aspecto físico básico:

  1. Entre los eslavos, griegos y pueblos de Europa del este, un cadáver desenterrado era considerado vampiro si su cuerpo parecía hinchado y le salía sangre (presuntamente de sus víctimas) de la boca o la nariz. También si notaban que sus uñas, pelo y dientes eran más largos que cuando había sido enterrado e incluso poseía un aspecto más saludable de lo esperado, mostrando piel sonrosada y pocos o ningún signo de descomposición.
  2. En Transilvania (Rumanía) se consideraba que los vampiros eran flacos, pálidos, y poseían unas largas uñas y largos y puntiagudos caninos (colmillos).
  3. En Bulgaria y Polonia se les atribuye tener un solo orificio nasal así como una especie de aguijón en la punta de la lengua.
  4. Según la creencia en el folclore rumano, tienen la posibilidad de transformarse en animales como gatos o perros, ovejas y caballos. La forma más mencionada en la ficción popular es la del murciélago y en niebla.

Otras características:

  • Se alimentan primordialmente de la sangre de sus víctimas aunque hay descripciones de que también son antropófagos y en algunas culturas se consideraba que la sangre no era la base de su sustento, sino el "fluido vital" humano o la energía psíquica.
  • No se reflejan en los espejos ni tienen sombra, tal vez como una manifestación de la carencia de un alma. Este atributo no es universal, pues por ejemplo el vampiro griego vrykolakas/tympanios poseía tanto sombra como reflejo, pero es muy popular gracias a novelistas como Bram Stoker que lo menciona en su novela Drácula.
  • Los vampiros, por su naturaleza demoniaca o su origen sacrílego, no soportan los símbolos cristianos y por ello pueden ser alejados usando una cruz cristiana o agua bendita, y no pueden cruzar por terrenos consagrados como los de una iglesia.
  • Son indestructibles por medios convencionales y son extremadamente fuertes y rápidos pero se debilitan junto a las corrientes de agua.
  • Aunque en general se supone los vampiros son vulnerables a la luz del sol, entre los eslavos se creía que no solo pueden resistir la luz del sol, sino que en algunos casos podían viajar a otro pueblo y llevar allí una vida normal.
  • Algunas tradiciones sostienen que un vampiro no puede entrar en una casa si no es invitado por el dueño; pero que una vez es invitado puede entrar y salir a placer.
  • En algunas zonas de Europa del este, se cree que el vampiro es un ser lujurioso que vuelve al lecho conyugal a procrear con su esposa, criaturas con características especiales (que varían en cada región), que se conocen como dhampiros.
  • Tienen una afinidad natural con la magia negra y concretamente con la necromancia, que dominan con mayor facilidad que el hechicero no vampiro más diestro.

Origen de un vampiro[]

En el conjunto de creencias populares se pueden distinguir unas formas básicas, a veces complementarias entre sí, para que un ser humano se convierta en vampiro:

  • Por predisposición desde el nacimiento: En Rumanía tenía más posibilidades de ser un strigoi, el séptimo o duodécimo hijo cuyos hermanos mayores eran todos del mismo sexo. O tener unas marcas de nacimiento como el hueso sacro pronunciado, abundante vello corporal y haber nacido encapuchado, es decir con la cabeza envuelta en parte de la membrana placentaria, o haber ingerido parte de la misma. Entre los eslavos también tenían mayor probabilidad de convertirse en vampiros los nacidos en Sábado Santo.
  • Por muerte prematura o violenta: En la antigua Grecia, en donde se denominaban vrykolakas o brucolacos a los así originados, al igual que entre búlgaros, eslavos, y en ciertas culturas africanas y en Indonesia, se creía que los niños, adolescentes y en general las personas que habían tenido una muerte prematura o en circunstancias anormales, por suicidio o violencia, podían convertirse en fantasmas vagabundos o vampiros.
  • Por incumplimiento de rituales funerarios y religiosos: En Grecia, Bulgaria y Rumanía también se creía que alguien se convertía en vampiro después de morir si los que se debían ocupar de preparar y vigilar debidamente el cadáver no realizaban los rituales adecuados o no cumplían bien su tarea, como impedir que un animal, especialmente un perro o gato, e incluso una persona pasen sobre el mismo. Esta creencia es similar en los hindúes que consideraban que los espíritus o Pitrs, en espera de reencarnar, pueden convertirse en vampiros si nadie les recuerda y realiza los shraadh, rituales funerarios de rigor para facilitar su reencarnación.
  • Como maldición por acciones criminales o sacrílegas: En la antigua China también se creía que se convertían en vampiros ciertos criminales, tradición similar a la existente entre los eslavos y los griegos, quienes creían que los vampiros eran brujas o personas que se habían rebelado contra la Iglesia mientras estaban vivos, vendiendo su alma al diablo y que al morir sus cuerpos podían ser poseídos por demonios. En la Europa cristiana y especialmente entre los griegos, esta creencia era reforzada con los conceptos desarrollados por el cristianismo basados en la idea neoplatónica de la vida después de la muerte y la idea de la supervivencia del alma hasta el día del Juicio Final a pesar de la corrupción del cuerpo, de aquellos que murieran arrepentidos de sus pecados y que hubieran recibidos los últimos sacramentos. Por eso, los griegos y eslavos, creían que todos aquellos que no fueran enterrados en tierra consagrada (en particular los suicidas y los excomulgados) o los que no hubieran recibido la extremaunción, tenían la mayor posibilidad de convertirse en vampiros o tympaniaios.
  • Por mordedura de un vampiro: Según casi todas las tradiciones, especialmente entre los eslavos, aquella persona que moría después de ser mordida por un vampiro se convertiría a su vez en uno. Los escritores ocultistas aducen que esta manera solo es posible si hay aceptación por parte de la víctima. Los autores de literatura de ficción le han dado a esta manera una connotación sexual intensa, muy atractiva para propósitos dramáticos.

Identificación del vampiro[]

Existen numerosos y variados rituales que se utilizaban para identificar a un vampiro. La comprobación más socorrida consistía en la exhumación del cadáver sospechoso para verificar directamente si tenía las características tradicionales y destruirlo, práctica que llegó a ocasionar numerosas profanaciones de tumbas.

Uno de los métodos descrito por el abate Calmet, citado por el padre Feijoo, para localizar la tumba de uno consistía en guiar a un muchacho virgen montado en un caballo también virgen a través de un cementerio; el caballo se negaría a avanzar sobre la tumba en cuestión. Generalmente se requería que el caballo fuera negro, aunque en Albania era necesario que fuera blanco. Que aparecieran agujeros en la tierra sobre la tumba era tomado como un signo de vampirismo.

Otra evidencia de la actividad de un vampiro en la localidad incluía la excesiva lluvia o granizo, así como la enfermedad y muerte de familiares o conocidos, así como del ganado, en los días siguientes a la muerte y enterramiento del sospechoso. Algunos también se manifestaban mediante pequeños actos similares a los de un poltergeist, tales como mover muebles de la casa, producir ruidos y dar golpes.

Protección contra un vampiro[]

Prácticas preventivas[]

Para evitar que un muerto se convirtiera en un vampiro, entre los celtas una era una de las prácticas más extendidas era enterrar el cuerpo cabeza abajo, como también colocar hoces o guadañas cerca de la tumba, para evitar que los demonios poseyeran el cuerpo o para apaciguar al muerto y que no se levantara de su ataúd. Con igual propósito los tracios y búlgaros antiguos acostumbraban amputar las extremidades, cortar los talones y tendones de las rodillas o perforar otras partes del cuerpo.

En Rodas e isla de Quíos (Grecia) se ponía una cruz de cera entre los labios del cadáver, así como una pieza de cerámica con la inscripción “Jesucristo conquista” para evitar que se convierta en vampiro o vrykolakas.

En Europa Oriental, era frecuente introducir un diente de ajo en la boca, y a veces en los nueve orificios corporales, de los muertos así como atravesarles el corazón con un objeto cortopunzante, antes de inhumarlos. En las regiones sajonas de Alemania, se colocaba un limón en la boca del sospechoso de ser un vampiro. Los gitanos clavaban agujas de hierro y acero en el corazón del cadáver y colocaban pequeños fragmentos de acero dentro de la boca, sobre los ojos, en las orejas y entre los dedos durante el entierro. También se introducían espino en el calcetín del muerto, le clavaban una estaca de espino en las piernas o rodeaban la tumba con una barrera de plantas espinosas. En Bulgaria, los arqueólogos han encontrado varios esqueletos de origen medieval con el tórax apuntillado con estacas de hierro, práctica común hasta principios del siglo XX, realizada para evitar que personajes considerados malvados regresaran convertidos en vampiros. En Polonia, se han encontrado enterramientos en los que los sospechosos de vampirismo eran decapitados y la cabeza colocada entre las piernas.

Talismanes, sustancias y objetos protectores[]

Variados objetos y sustancias, que varían de región en región, son mencionados en las leyendas sobre vampiros por su efecto apotropaico, es decir por tener la propiedad de alejarlos o destruirlos. En Europa se cree que una rama de rosa silvestre o de espino pueden dañar al vampiro, así como el ajo o el azufre y objetos sagrados como un crucifijo, un rosario o el agua bendita.

En algunas regiones de Sudamérica, cuando una mujer deja en la casa a su hijo dormido, pone sal y unas tijeras al lado del niño para ahuyentar a vampiros y brujas.

Otros métodos comunes en Europa incluían esparcir semillas de mostaza o arena sobre el tejado de la casa a proteger o en la tierra de una tumba sospechosa de contener a un vampiro para mantenerlo ocupado durante toda la noche contando los granos caídos. Historias chinas similares relatan que si un vampiro se encontraba con un saco de arroz, tendría que contar todos los granos uno a uno; es una temática que se puede encontrar en los relatos del subcontinente indio y en Sudamérica, sobre brujas y otros tipos de espíritus malignos o traviesos.

Aunque no se consideran como un objeto de protección, debido a que no se reflejan en ellos, los espejos han sido utilizados para alejar a los vampiros cuando se situaban en una puerta, mirando hacia afuera.

Destrucción de un vampiro[]

En los Balcanes, existía el cazador de vampiros que podía ser un religioso o un dhampiro que según la tradición gitana es el hijo o descendiente de un vampiro con el poder de detectarlos —aunque fueran invisibles— y destruirlos.

Hasta principios del siglo XX, unos estuches o «kits» con las herramientas tradicionales para destruir vampiros, eran ofrecidos a los viajeros que iban a visitar Europa del Este en particular. Actualmente, estos equipos son propiedad de ciertos museos de curiosidades o de coleccionistas aficionados a lo esotérico.

Métodos[]

Tradicionalmente, existen varias formas para eliminar a un vampiro:

  • Estacado o clavar una estaca en el corazón de los cadáveres sospechosos de ser vampiros. Es el método más citado, particularmente en las culturas eslavas del sur. Se usaban estacas y punzones de madera o hierro. El fresno era la madera preferida en Rusia y en los estados bálticos, el espino en Serbia y en Bulgaria, y el roble en la región de Silesia. La estaca solía clavarse apuntando a la boca en Rusia y en el norte de Alemania, o al estómago en el noreste de Serbia. Esto es similar al acto preventivo de enterrar objetos afilados, como hoces o guadañas, junto al cadáver y apuntando hacia él, de forma que cuando el cuerpo se hinchara le penetrase en la piel lo suficiente, para evitar que el no-muerto se levantara del ataúd.
  • La decapitación era el método preferido en las áreas germanas y eslavas del oeste. La cabeza se enterraba junto a los pies, tras las nalgas o alejada del cuerpo. Este acto se veía como un modo de acelerar la marcha del alma, debido a que —en algunas culturas— se creía que permanecía en el cuerpo.
  • La incineración completa del cadáver o del corazón y rociar agua hirviendo sobre la tumba, eran las medidas más acostumbradas en Grecia. También, sobre todo en casos recalcitrantes, se desmembraba el cuerpo y se quemaban las partes o se hervían en vino. Los rumanos, eslavos y gitanos utilizaban las cenizas para preparar bebidas que suministraban a los familiares o víctimas a modo de cura.
  • Repetir el funeral, cambiando de lugar la tumba, rociando agua bendita sobre el cadáver, o con un exorcismo, era una medida propugnada en los Balcanes y especialmente por la Iglesia en Grecia para evitar la incineración, pues esta disminuía la posibilidad de salvación del alma.
  • Rituales de magia: En Bulgaria se practicaba un ritual consistente en el embotellamiento del vampiro, que según la creencia búlgara es un espectro incorpóreo, a cargo de personas que se dedicaban a ello, usando una botella especialmente preparada que contenía un fragmento de un ícono (estampa de un santo) así como algo del alimento favorito del vampiro que lo atrae irresistiblemente a su interior quedando allí atrapado pues el hechicero la tapa rápidamente con un corcho. La botella, con el vampiro adentro, era arrojada al fuego para destruirlo.
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